Escaleras, puentes, cementerios, estatuas, casa grande, casa chica, casa vieja, agua, agua verde, agua turbia, oscuridad, vacío, abismo.
Siento que el tiempo me alcanza y me arrastra para atrás. No hay bocanada suficiente. Y cuando hay tiempo de más, mi mente automáticamente se abstrae y me consume lejos de la realidad (como si no se le pudiera escapar ni un segundo).
Dentro de mi ciudad mental, está esa casa fantasmal a la cual accedes después de caminarte un largo senderito de álamos altísimos y está lleno de tierra. Fantasmal, como si fuera de otro siglo, rodea un sin fin de criptas, preciosas, y estatuas mortuorias. Con ese decrépito viejo siempre vigilanteandola, EL SERENO. Él me produce rechazo, siempre borracho, pero por alguna razón amo ese lugar.
Me produce esa sensación de herencia(¿añoranza?), surge un sabor agridulce en la angustia que se metamorfosea y me obliga a caminar por esa tierra húmeda y llena de hojas putrefactas.
Las escaleras...nunca van hacía arriba, siempre para abajo. Rectas o curvas. Pero rodeadas de un vacío eterno, casi abismal, vertiginoso. Siempre se iluminan al principio y al final, pero el medio jamás. De cemento , de piedra, o sostenida por unas "barritas de metal" (no me acuerdo) me obliga a recorrerla.
Y me freno, me siento, me pego a la pared (húmeda), me aterra mirar para abajo. Aveces la bajo sentada, escalón por escalón.
Asociándolo ahora mismo, claramente tengo un problema con los bordes. El agua es otro tema.
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