
Hace mucho tenía una amiga, una amiga llamada Cordura. Generalmente podían vernos caminar de la mano: recorriendo avenidas, plazas, manzanas, pequeños centros recreativos y muchos lugares más.
Pero un día me soltó la mano y salió corriendo, decidió emprender su propio vuelo. Intente alcanzarla pero como todos saben, mi estado físico es absolutamente negativo, y la perdí de vista.
A veces suele presentarse, intento atraparla, retenerla. Ella baila a mí alrededor burlándose, la muy escurridiza, de la lentitud de mis reflejos. Le ruego que se quede, pero ella se niega, piensa que voy a estar mejor sin su prudencia.
Escucho sus risitas y burlas viajar con el paso del viento y el tiempo. Es tan cínica que logra asquearme, pierde su encanto risueño y ese aire de juventud. Poco a poco se va envejeciendo y dejando morir, o no precisamente, la verdad no lo definiría así, quizás simplemente es arrastrada por la corriente como una más del montón.
es triste pero emocionante, como a cierta edad ver q la "madurez" desde distintas partes de nuestro ser se nos viene encima, y con miedo la dejamos entrar, pero sabemos a la vez q sera algo q disfrutaremos
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